Los criollox.
Guillermo y Yessica, los creadores de Cariaco, decidieron abrir puertas a algo más que un restaurante. Buscaron un espacio donde la creatividad culinaria de Yesca pudiese fluir sin restricciones, sin pretensiones, con una sinceridad que solo el buen producto y la buena técnica pueden sostener.
En Cariaco todo gira alrededor del maíz. Pero no es un maíz común: es un símbolo de resistencia. Es la defensa contra el olvido, contra gigantes como Monsanto, contra la estandarización del sabor y la identidad. Es el maíz que el pueblo Zenú llevaba consigo a todas partes: el maíz morado, el pico de loro, y muchas variedades más que representan memoria, territorio y origen. Cariaco es, en esencia, un manifiesto cultural a través de la cocina.
Con esta historia como base, mi propuesta gráfica nació de la necesidad de representar movimiento, identidad y etnicidad desde un enfoque visual contemporáneo. Busqué lo etéreo, lo que no se puede tocar pero se puede sentir. Me inspiré en el constructivismo y el futurismo italiano, movimientos donde la energía y el dinamismo forman parte esencial de la imagen.
Así, desarrollé un sistema visual donde el movimiento expresa la vida del maíz, la energía de la cocina y la fuerza de la resistencia Zenú. Un concepto que, en su núcleo, simboliza todo lo que es Cariaco: raíz, lucha, cultura y futuro. Y al mismo tiempo, tenía que ser profundamente atractivo visualmente —capaz de captar la atención, pero también de contar una historia silenciosamente.
Cariaco no es solo un lugar donde se come.
Es un lugar donde el territorio respira, y donde el diseño se convierte en narrativa.
Es un lugar donde el territorio respira, y donde el diseño se convierte en narrativa.